La AIE advierte: el apagón en España muestra que la seguridad eléctrica ya no depende solo de la generación
El informe mundial de la Agencia Internacional de la Energía identifica una cadena de fallos técnicos y destaca la urgencia de adaptar las reglas de operación de red a los nuevos retos del sistema eléctrico moderno.
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha incluido en su informe World Energy Outlook 2025 un análisis crítico del apagón que afectó a más de 50 millones de personas en la península Ibérica el pasado 28 de abril. El organismo internacional respalda las conclusiones previas del informe técnico de ENTSO-E, subrayando que el evento fue provocado por una rápida sucesión de fallos técnicos en cadena que la operación del sistema no logró contener a tiempo.

Desconexiones erróneas y tensión creciente
Según detalla la AIE en el apéndice 8.2 del informe, en los minutos previos al apagón el sistema eléctrico ibérico presentaba oscilaciones inusuales de tensión y flujos de potencia. A pesar de que los niveles de tensión aún no habían superado los umbrales definidos por la normativa, los sistemas de protección desconectaron por error generadores que estaban absorbiendo potencia reactiva. Esta desconexión anticipada provocó un aumento aún mayor de la tensión, desatando una cascada de desconexiones adicionales, incluidas centenas de megavatios de generación distribuida, lo que agravó la inestabilidad.
La consecuencia fue la desconexión completa del sistema ibérico del resto de Europa, con los sistemas automáticos de seguridad incapaces de evitar el colapso.
Restablecimiento rápido, pero lecciones profundas
La AIE reconoce el mérito de los operadores de sistema de España y Portugal, que lograron restablecer el suministro de manera eficaz mediante el uso de centrales hidroeléctricas de arranque en negro, térmicas convencionales e importaciones desde Francia. Para la madrugada del 29 de abril, todas las subestaciones de transmisión estaban energizadas.
Sin embargo, el informe advierte: “Este incidente demuestra que la seguridad eléctrica en los sistemas modernos no depende únicamente de la generación, sino de la calidad de la operación de la red y del comportamiento de todos los activos conectados”.
Normas más estrictas y sistemas preparados
La AIE hace hincapié en la necesidad urgente de reglas vinculantes que obliguen a todos los generadores a apoyar el sistema durante emergencias y a desconectarse solo si se superan límites claramente definidos. En este sentido, considera crucial mantener capacidades como las interconexiones sólidas, protocolos de emergencia robustos y la capacidad de arranque autónomo.
El organismo internacional ve en este apagón una oportunidad para que los países revisen sus marcos de seguridad eléctrica. Aunque los sistemas y mercados varían, la AIE identifica cuatro pilares esenciales para garantizar la resiliencia:
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Infraestructura de red robusta, incluyendo interconexiones regionales.
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Flexibilidad del sistema eléctrico: almacenamiento, respuesta de demanda y generación gestionable.
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Soluciones técnicas como condensadores síncronos o baterías con inversores formadores de red.
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Adaptación de los marcos operativos, con actualización de códigos de red, requisitos de reserva y estructuras regulatorias.
Impacto económico y alerta global
La AIE también recuerda que los costes económicos de los apagones son muy elevados y que, al igual que el ocurrido en Chile en febrero, el caso ibérico subraya la fragilidad del suministro eléctrico ante una generación cada vez más distribuida y compleja.
Concluye que, a medida que crece la electrificación y los sistemas se vuelven más dinámicos, la seguridad eléctrica debe escalar como prioridad global, al mismo nivel que la sostenibilidad y la asequibilidad.
Desde Ergonia, consideramos que el informe de la AIE marca un punto de inflexión: el apagón no fue solo un fallo técnico, sino una alerta sistémica. El futuro eléctrico exige nuevas reglas del juego, y la integración masiva de renovables, el autoconsumo y la digitalización solo podrán ser sostenibles si se combinan con un diseño operativo y normativo a la altura del desafío. El precio de no hacerlo puede ser un nuevo apagón.